domingo

RECETAS CULINARIAS

0

Tácticas de metamorfosis

(Nubelosa)

Cierro los ojos y soy nube. Una con forma de sirena y ganas de llover. El viento va y viene. Me mueve de un lado a otro y me cambia la forma. Eso me encanta. Ahora soy un pez bailarina. Y ahora soy una ballena con alas. Poco a poco me he dado cuenta del misterio que entraña el cielo. Es hermoso y da vértigo. La aves vuelan y las estrellas son comestibles. Un haz de aire sopla fuerte y me abre una ventana en la costilla. El sol entra calcinante por ahí y me hace cosquillas. Sonrío. La gente camina incesante allá abajo. Sin tiempo. Ni siquiera elevan la mirada para ver el sublime paraje en el que vivo. Sin embargo, te he visto sabes, he visto cómo me observas. A mi y a los míos. He visto cómo observas el imponente cielo. Me viste ayer y antes de ayer. Y de seguro me verás mañana y pasado. Eres una linda niña y he visto cómo quieres tomarme una foto. Pero sé que tienes tu cámara dañada. Ahora debo marcharme. El sol se está poniendo. Se acaba el atardecer. El cielo pronto será negro y púrpura. Debo viajar. Sueño con tus ojos clavados en mi cuerpo mientras que voy cerrando mi ventana y el viento me va convirtiendo en hermoso pastel de cumpleaños.

I

Ejercicios de mixtura ocasional

Saber que en el mundo ya no existe la novedad, no es ninguna novedad. Ya lo había advertido el bueno de Hume cuando mencionó aquello de los conceptos compuestos. Siendo efectivos, un unicornio es un caballo al que le pusieron los cuernos a medias. No hay nada mágico en que una yegua sea infiel.


Nuestra adicción a las mixturas ha provocado que una tragedia equina se nos enseñe como un paradigma mítico. Del mismo modo, el dragón es una lagartija pirómana (O con acidez estomacal), claustrofóbica y con ínfulas de grandeza; un pegaso es un caballo al que le dieron Red Bull. Y el ratón Mickey es una rata con pantalones Valentino y zapatos de tap.


La unión de constantes, genera elementos que tienen cabida en el folklore universal. Si descomponemos duende, tendríamos: enano, irlandés, avaricia, suerte, sátira, trébol, monedas de oro, etcétera... descripciones que también podrían remitirnos al odioso Jonathan Swift -quien no es un duende-. Incluso la naturaleza puede descomponerse: arcoiris es una mezcla de: cielo, colores, sol y lluvia. Todo cuanto tenemos es el resultado de una o más uniones. Y en esa línea de ideas, nada es tan puro como parece. En París encontrar un francés es mucho más complejo y requiere de más eficacia que encontrar a Wally en un transmilenio. (Obviando claro, el hecho de que Wally pueda ser un francés genuino).


La originalidad ha muerto y las exequias son privadas. Lo cierto es que el proceso creativo se ha convertido en un salón de química experimental. Y convengamos que en el ámbito audiovisual todo es un asunto de influencias. En lo personal, supuse que soy un pijama party al que fueron invitados: Bukowski, Korine y Nicola Di vari. Pero así mismo, podría ser un reality que reúne en una isla desierta al tino Asprilla, Diomedes Díaz, un kilo de coca y a Lady Noriega. Y es que si nos ponemos quisquillosos, los grandes genios han sido sombras o fantasmas de genios más primitivos. Edgar Alan Poe nos regaló un Boudelaire, que a su vez nos concedió un Lawrence y que a su vez engendró un Miller, que a su vez generó un Bukowski y así. En un ejemplo menos ortodoxo y más musical, veremos que Blur nos obsequió a Gorillaz. Pero ojo, esto no quiere decir que el genio magno haya sido el primer hombre existente. No. (Recordemos que el pendejo se dejó engatusar por una mujer). El punto es que, hoy por hoy, la humanidad, desprolija de lógica, ha optado por despreciar la creatividad y darle larga vida al vulgar cliché, que como un asunto rocambolesco, ha sido el enemigo público número uno, de todo tipo de originalidad.

El axioma del científico apuesta por el todo o nada. La mezcla es un asunto de astucia, teoría y práctica. Los años corrigen la moral y la lista de ingredientes es cuestión de intención. Tampoco se trata de hacer mescolanzas raras y sin fundamentos. De nada sirve unir a Heminghway y al pibe Valderrama si no sabemos de por medio que el primero escribió el viejo y el mar, y que en Santa Marta hay mar y que el pibe es samario. De manera que debemos convenir que la escogencia de los ingredientes, es de vital importancia para la ejecución del experimento. Lo que implicaría hacer un riguroso proceso de selección. Y dicha selección sería en últimas, el ápice de pureza que el proceso requiere. Pues el hecho de que yo mismo decida qué incluir y qué obviar, provoca una reacción directa en el producto final. Y en esa línea de ideas, hablaríamos de la intervención del creador (Yo) en la obra, pese a estipular que mis influencias, ya crearon lo creado. En ese sentido, una película escrita bajo los parámetros filosóficos de Kierkegaard, con Tom Jones como banda sonora, el elenco de los 7 samuráis más Jack Nicholson, y la estructura visual del bueno de Bergman, sería una pieza única pese a la mezcla de elementos conocidos y ya usados. Diría un viejo proverbio que la unión hace la fuerza. ¿O acaso no venderías tu alma por ver una porno de los tres chiflados dirigida por Almodóvar?

II

Sniff!

El pedo joven, cuando grande, quiere ser un viejo mierda. Los viejos mierda son bien porque apestan y lo saben. No se andan con cuentos. De hecho, aprovechan su hedor para levantar vivarachas quinceañeras. Las quinceañeras también son bien porque tienen encanto. Pero cuando se les da por ser mamarrachos caprichosos, entonces son mal y no hay nada más mierda que ellas. El buen pedo sabe que para ser un viejo mierda hay que cagarla mucho pero sin convertirse en diarrea. Las revistas y la tele indican que lo ideal sería que el amor no apestara.

III

Tic-Tac

Hubo una vez, en medio de mi pecho, un corazón. Pero tuve que empeñarlo para poder comprarme un Nintendo Wii. Mario Galaxy está genial aunque el señor Bross ignora lo que es vivir sin un corazón. Él vuela y come hongos sin sospechar que me olvidé de amar o que mis arterias tienen tapas de plástico. Mis más profundas fibras sentimentales están en lo más recóndito de una bodega. Cualquier coleccionista de cicatrices querrá comprar mi corazón y ya no habrá marcha atrás. Cuando las luces se apagan, toco la superficie de mi pecho donde una yaga de doce puntadas, me recuerda el tibio aroma de un afable sentimiento, que no logro recordar.

IV

Sensación 0

Soy el resorte izquierdo de la fila seis de un catre de motel. La gente va y viene. La gente hace lo suyo y luego se larga. La gente es sensible y tiene miedos. La gente eyacula y da besos rígidos. La gente gime y luego se viste. La gente prueba posiciones y tiene dolores de espalda. La gente muerde y rasguña. La gente habla y discute. La gente sueña que está con otra gente. La gente duerme y no duerme. La gente paga y se larga. Hubo una pareja que recién se marchó. Él quería dinamita mientras que ella le pedía al cielo que su primera vez no fuera como la de la demás gente.

V

Pfff!

(Bill Murray es una ardilla nauseabunda)

Sólo una o dos veces, he dormido sin cerrar los párpados. Y mis sueños fueron muy reales. Como si los estuviera viendo en la tele o a través de una ventana de vidrio. Soñé que el cielo raso de mi alcoba me tragaba. Y me masticaba con tan implacable ánimo que me enviaba a una terraza en las nubes, donde el viento movía la ropa y la ropa movía las cuerdas. Yo huía. No sé de qué ni de quien. Sólo sé que huía. Mis bolsillos estaban llenos de balas. Fusil-Galil 757. Pero yo no tenía ganas de disparar. Mi espíritu estaba débil. Lento. Lejano. Seguía huyendo. No tenía más opción que escapar corriendo por los cables de la luz. (En las nubes también hay sistema eléctrico) Y yo quería convertirme en luciérnaga. O en amigo del sol. Pero no pasó. Jamás pasó. Sólo llegué a otra terraza sin cuerdas ni ropa. Donde un bicho fofo me esperaba despiadado. Revisé mis bolsillos y las balas se habían ido. Habían huido de mí. (¿Pero quién no huiría de mí?) Busqué más adentro y encontré un pedazo de alma. Mi alma. Seguí esculcando y encontré dudas y temores. También arterias y un par de sucios pulmones. El bicho, que resultaba ser un ente humano similar al amor, no tenía de otra que atacarme. Y me golpeaba con tan soberbia fuerza que rompía las nubes con cada una de mis caídas. Y como en una película de Jarmusch, hubo un letargo y también Bill Murray. Lo ideal era que fuese Johansson desnuda pero a lo mejor ella estaba ocupada en otros sueños. De todos modos, Murray me obsequiaba un puñal y luego se convertía en una ardilla nauseabunda y se largaba volando. Yo no tenía más opción que apuñalar a aquel bicho. Hundirle el filo y rasgarle las tripas con la punta de metal. Mis ganas parecían demenciales. Dignas de un psicópata. Y Entonces, cuando el bicho moría, una implacable sensación de viseras inundaba la nube. Mi estómago estaba sangrando y tenía puñaladas en todo el cuerpo. Mi ser estaba herido. Había matado el amor y eso dolía. Giré la mirada y el bicho había desaparecido. El único bicho de la nube era yo. Y estaba muriendo. Un malestar absorbió mi cuerpo y me sumergí en un vértigo letal. Comencé a cerrar los párpados mientras amargamente descubría que nada había sido un sueño.

VI

Reset my Nintendo

Soy un corazón expuesto en una vitrina de compraventa y la gente pasa frente mío con aires de vacío. Me observan, me cotizan y se arrepienten de comprarme al último minuto. La vida acá es triste. Solitaria. Ayer conocí a un marcapasos que sueña con ser motor de licuadora. Juntos hemos decidido escapar de este lugar. Diseñamos un plan infalible y esperamos a por el momento preciso para emprender la huida. Pero poco antes de dar el salto y salir victoriosos, una mujer con ojos rojos, entra al lugar y decide comprarme. Paga inclemente y me pone en una bolsa. Me pregunto si en casa, tendrá lugar para un corazón con alma de Nintendo Wii.

No hay comentarios: