domingo

pîng-pöng

MUNDO DÉFICIT VERSIÓN 2,0;
Charlas con mi Walter Ego


Mi deseo de ser otro es algo que se inocula tan vertiginosamente que apenas puedo saborear lo que vivo al diario. Tengo una curiosa necesidad de no ser yo, de esconderme, de huir de la lógica apenas lógica de la vida. Soy yo pero no quiero serlo. Tengo avispas en medio del pecho que apuñalan un alma triste y rota con el más agudo y brusco de los aguijones. Lo mío es un asunto de cólera y falta de ritmo. Es una especie de sinfonía de dagas; un amago tan anodino como sórdido, algo como Diomedes Díaz a dúo con Madonna. Y es que siempre resulta terco el soliloquio con el que amanecen las vergas juveniles. Siempre amanece aunque no haga sol. Aunque no sea día o aunque muera la mañana. El lío con mi yo es que no le dejo salir. Yace encarcelado en algún lugar de mi mente o de mi páncreas. Es un yo que amenaza con salir en el más abrupto de los ataques. Un yo que secuestra almas y pide sensaciones de rescate. Tengo un yo adentro del que temo. Un yo demasiado peligroso para el mundo y para el infierno. Un yo que huele sangre y lee a Hesse; Y es así, a mediados de una noche de humo y vapor ventanal, que estando en el más parco de los bares retro, que este yo me saca a bailar una canción apenas sonora. Vamos a la pista y apostamos un petaco a que no sabemos bailar. Perdemos y ganamos. Nos pagamos el petaco. Una y otra a la vez, fría y cálida al mismo tiempo. Fumamos el humo del otro y morboseamos a las más desalmadas bellezas del lugar. Es entonces, de repente, como el más impredecible de los choques que mi yo me encara y me golpea. Me atisba un certero y denso martillazo en las sienes. Mi sangre se alborota para adentro y comprendo que el golpe de estado ha comenzado. Mi yo quiere derribarme para conquistar mi cerebro: el más cruel y despiadado de los desiertos. Logro reponerme y convoco una charla, una vía diplomática de reconciliación de intereses.
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Hola, me llamo Walter J y vivo en la costilla 6 del costado izquierdo. Soy el responsable del fracaso de amores como los del mes pasado y la chica de las tetas geniales que tenía el pelo color cereza. Soy la parte de ti que escucha en silencio a la Oreja de Van Gogh y a Miguel Bosé. También soy el yo que lee cómics de los 4 fantásticos y que odia Facebook. Soy el yo que duerme sin cepillarse los dientes y el que prefiere dormir sin calzoncillos. Si me conocieras un poco, sabrías que soy quien provoca tus vómitos de alcohol.
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No hagas caso, el yo que te ataca soy yo, Walter C. Soy el que detesta comer vegetales y arroz chino, el que ama la gelatina con leche condensada. Yo soy el que habla cuando estás nervioso. El que sabe hablarles mierda a las mujeres. Recuerdas a la nena bella de 203? pues bien, aquello que dijiste era yo siendo un romántico. Lo mismo aplica para la alemana del transmilenio y la pecosa del cinema. Soy el que observa culos y tetas. Si hicieras un poco de memoria, sabrías que soy yo, el responsable de tus más idílicos orgasmos.
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Vale, pero soy yo, Walter M, quien tiene el cargo de ejecutar tus más excelsas pasiones: cine, música, literatura y videojuegos. Soy el que te provee de intelecto. Soy el que repica en las más insulsas discusiones y el que predica a diestra y siniestra bagajes culturales. Soy el yo que se ubica digno de ilustres influencias, el que se jacta de estéticas y el que se limpia el culo después de cada visita al sanitario. Como ves, soy el más útil de todos.
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Y si, yo soy ese yo que nunca tienen qué decir.
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Tonterías, yo soy el más útil, soy Walter V, y soy ese yo que siempre tiene impulsos de mentir, soy ese que saca excusas y que duerme hasta tarde los domingos… ¿mentiría yo con algo así?
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Este… yo soy Walter 21… soy tu yo tímido, soy tu yo cobarde y en ocasiones soy tu yo que come paletas y que adora que le acaricien la espalda… soy tu yo que ama en secreto y que escribe cartas de amor… soy tu yo que pasa cabizbajo y que no es capaz de sostener la mirada… soy ese yo que vive en mundos surreales y que tiene pánico del mundo real…
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Hey! yo soy Wally, soy el yo que siempre dice idioteces, el yo de los ridículos y el de los chistes flojos… sin embargo, también soy el yo que siente implacable afecto por la familia, el que se conmueve con las películas y el que observa por horas partidos de tenis femenino… también soy ese que llora cuando nadie le ve…
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Yo soy W, el yo obtuso, el terco, el que bebía agua de la cantimplora durante las campañas de sol eterno y el que disparaba en polígono. También soy el yo que de niño iba a la peluquería de los tipos glam y el que se impactaba con los afiches de Freddie Mercury y Mick Jagger, soy el yo que odia ensuciarse la ropa y el que se baña con saña detrás de las orejas.
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Y yo soy Walter a secas, soy ese que deja todo para última hora, soy ese que se cree genial e irrepetible y quizás el más ególatra de todos, pero bueno, no es para menos… soy ese que no tiene afán de nada, que se siente el único capaz de darle una gloria al país… soy ese que ambiciona mentalmente, el que fuma a media noche mientras bebe coca-cola y el que camina sereno, soy ese sujeto que anda despacio, el atípico demonio que no hace más de lo necesario…

Un silencio rompe el aire. Se levanta la sesión. No sé qué mierdas habrá sido aquello, pero tengo una ligera desazón, algo como jugar fútbol con el culo untado de mierda… supongo que debo tener otro Walter para eso… total, al reaccionar, el bar marcha en cámara lenta. Aún soy yo, o al menos eso sospecho, soy un sancocho de otros yo, temo que alguno tome posesión y se haga el líder absoluto… eso sería cruel e interesante. Como una oveja con chaqueta de cuero. Lo realmente punzante es pensar en los otros yo, en esos que viven en mí y esperan exaltados sus momentos de vértigo. Visajes que amenazan con explotar y graduarse con honores. Soy yo, pero también soy esos yo. Soy lo que soy ahora. Más tarde seré otro yo, uno más viejo y con más arrugas en la mente. Soy ese que te observa y que se incinera en pensamientos. Soy ese que divaga entre calillas. El que te ama en silencio y el que traiciona haciendo ruido. Soy el que te escribe cartas; el que cambia tu canal y el que llama para hablar con la mirada. Soy ese sujeto torpe que te enseña de cine, el que te está contagiando un alma, el que pone algo en tu claustra mente, en tu inútil humanidad. Soy ese quisquilloso que te atisba rabias y que te extrae emociones. Ese es quién soy, soy eso y no soy nada más. Me repongo y salgo a la noche. Parpadeo hasta fundirme en sueño. Exhalo almas muertas mientras un extraño vértigo recorre mi espina dorsal, algo como una gana tremenda de ser otro. De no ser yo.