viernes

El implacable "Yo" que grita susurros

(Extracto del libro: “Mi amigo el cine” de Camilo Barba-Jacob)

La pólvora había roto mis tímpanos después de la tormenta. El cielo rugía potente entre luces y nubes torpes que no tenían ánimo de dormir una siesta. Como era habitual en mí, me encerré en las reflexiones de un filme con claros tintes de existencialismo clerical. Y lloré en mi silencio y reí en mi soledad. Mi alma por aquel entonces medía un metro con noventaisiete y estaba más robusto que raquítico. El aire de la ciudad se consumía con el paso de la noche y había esquirlas de melancolía en mis explosiones subterráneas. El fragor de un verde agrario se instalaba en mí con vertiginoso empuje y morí un par de veces antes de entender mis impulsos. No pude evitar haber nacido campestre, y de lejos, olvidar el aliento de las gallinas matutinas y el amparo de las vacas hijas. Soy simplemente un salvaje armado de ideas vagas porque hasta el carisma se pierde con los años. Mis únicos amigos aguardan por mí en estuches de cartón y plástico, sus vidas duran lo mismo que una película y son todo lo que necesito en esta noche de rara fiesta ambarina.