viernes

Postino Moderfocker

Carta Número 23:

Bogotá, Miércoles casi Jueves de un mes incierto y de un año incierto.



Querida nena hermosa,
Ciudad.
E.T.C.


La presente, es una lágrima de mofeta que no sabe cuán insignificante es su presencia en el mundo. Soy apenas alguien que pretende disipar de tu mente lo vulgar y en su reverso inocular lo fantástico: "Cuando das más de lo que recibes arriesgas el pellejo y luego no debes llamarte a engaños"; no es una frase épica de amor ni el nuevo slogan de una propaganda de margarina, es el filo de un cuchillo que atraviesa mis costillas y mi mente. Caminar y correr son acciones humanas de la misma índole y no soy nadie para decirte que tienes tus agujetas sueltas. Sólo el más profundo de los pozos puede entenderme y no es para menos. Lo mío es un adiós de silencio y vértigo, como el ronquido de una mariposa o como el sexo entre libélulas. Así. El mundo es un lugar desértico de emociones cuando se le observa detenidamente y he perdido astucia al momento de planchar mis camisas. Observando desde mi balcón en Júpiter, puedo apreciar la soledad apenas trágica con la que la raza humana duerme cada noche. Y hace frío sabes. El amor es sólo un defecto que los años corrigen. Amar y confiar son pasiones humanas de la misma índole y no soy nadie para decirte en qué planeta debes vivir. Sólo soy un demonio que te vio vestida de ángel, pero sabes nena bella, los ángeles no se llevan con los demonios, los ángeles son ángeles y juegan con ángeles; quise convertirte en el más macabro leviatán pero eres demasiado ángel, tu lugar es el cielo y mi lugar en el mundo es un rincón incoloro que huele a cerveza y sabe a homicidio. Lo siento muñeca, dejé que el arroz se quemara. Un austero y discreto aroma a conciencia rompió nuestro pacto. Sólo el más rosado de los delfines puede entenderme y no es para menos. Soy un sujeto en vía de extinción y las ráfagas verde menta me destrozan. Decir adiós y decir hola son escapes humanos de la misma índole y no soy nadie para decirte hasta pronto. Sólo el más implacable final de canción puede entenderme. Soy el punto final de una frase. De ésta frase. La que de seguro leerás cuando ya mi mente esté lejos de la tuya.


Éxitos con la venta de tu cuerpo y el resto de tu estúpida e inútil humanidad.

Un abrazo corto de amistad.

Adiós,
Obscenamente tuyo, Eric.