(Sensación arrabalera)
Hay trastornos ocultos en nuestras mentes. Trastornos que se delatan por la oquedad intensa de una mirada. El disloque apenas vago de una retina llena de imágenes ardientes pegadas en las paredes del ojo como recortes de periódico en el vientre del más absorto de los asesinos en serie. Crónicas amarillas de sangre y dolor. Sangre roja y espesa, dolor altamente consumible por las adictas vísceras del insaciable humano. Punto. Y, aparte. Hay deseos cargados de veneno en nuestras mentes. Deseos que viajan vertiginosos, vía intravenosa, por el cuello hasta llegar al más recóndito y férvido espacio del cerebro; venenos de rabia, ira y afanes faltos de lucidez que dejan entre ver, como el picaporte voyerista de una puerta de madera, la ráfaga de salvajismos que en nuestro inconsciente duermen. Y llueve, y hay nieve y olor a nicotina mezclada con alcohol y algo de tango. Esta noche soy la materialización de la furia hilvanada por el denso ocaso de un suicidio vecinal que me hace sentir más vulnerable que siempre. La muerte me toca con las yemas de su guadaña en cada respiro, desde hace más o menos un longevo y desértico año. Rompo la hegemonía de lo justo castigando a diestra y siniestra los oídos inocentes de los gatos de mi alcoba. Les canto lo que no se merecen, lo que merezco yo y hay llanto y cólera y silencios mezclados con nicotina y alcohol y algo de tango. Existe energía simétricamente rota por la quietud del tiempo y entonces la ciencia, geológica en su título, las llamas rocas o piedras y sin coherencia en los agravios somos atacados por una energía furiosa que viaja en el viento hasta rompernos la calma y hay un clic en el estallar y en el estallar hay una respuesta violenta y en la respuesta violenta hay pata, puños, sangre y en el peor de los casos hay piedra y palo y manes más gigantes y fuertes que uno que por ende le rompen la crisma y el ego a los foráneos románticos. Y hay puntos y apartes. Puntos en la boca de alguien y apartes en la vida de todos. Costillas rotas y moretones y labios rotos y desmayos injustificados y tomografías y huesos hinchados y al fin y al cabo hay risa y hay complicidad porque también hay olor a nicotina mezclada con alcohol y algo de tango. Si, algo de tango.
domingo
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