lunes

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(Acerca del tiempo)

El sentimiento es una variable. Una curva infinita carente de límites. Es una magnitud vectorial que indica el ritmo cardiaco o suspiro entrecortado por unidad de tiempo. El tiempo, en contraparte, inexorable en su oficio, cruza cual tangente la función y en su reverso inocula letargo y espasmo sensorial.

El tiempo devora vidas más rápido y eficaz que cien termitas un cerillo. Ayer nena, solías decir que jamás me olvidarías, pero hoy, soy el vago recuerdo de un semestre de amoríos. Una mancha en la conciencia, un piquete de mosquito que en horas vespertinas habrá desaparecido. Y mañana, fácil como cierto, visitaré el ocaso de tu tarde como una libélula cualquiera que se postra en el jardín como un mito incomprobable.

El tiempo vuela, corre y hace nado sincronizado. Hace conjeturas trigonométricas y sabe de cirugías. Cose, ovilla, hila, hilvana, exacto cual mecanismo de reloj suizo. Madura mentes, frutas y verduras. No tiene miedo ni sufre del hígado. Rompe esquemas y huesos, saca la basura, pasea al perro y riega plantas. Exorciza y tumba dientes; saca canas, varices, barrigas y arrugas. Asegura muertes y florece campos. Beatifica y condena. Convierte el día en noche y la noche en días más largos y oscuros.

El tiempo juega a dos bandas, hace fintas y mete goles. Gana por W. Es el adversario imposible, el enemigo discrepante, el coloso invisible y errante. Calienta y enfría; colma de polvo, mugre y telarañas. Galantea con la memoria, la puta babilónica de ojos tiernos y corazón agreste. Y salen de fiesta y beben y se emborrachan. Y fuman y se drogan, y hacen el amor hasta el amanecer, o hasta que duele demasiado, o hasta que arde el pecho y punza la barriga. Y agrieta el pasado, lo enaltece o lo corrompe. Lo endulza y lo revive, lo hace presente. Y llora y hace llorar y saca lágrimas de baldíos terrenos y luego inunda el ánimo con sensiblerías baratas. Sensiblerías que también se come con el paso de su ser. Porque también es robusto y tiene hambre. Y traga, traga corajes, palabras, amores y desdichas. Sufre gula y eructa espasmos. Caga silencios.

El tiempo destruye bellezas y ciudades. Carcome almas indómitas y lee filosofía universal. El tiempo no sabe de reglas, carece de números; él sólo es él y progresa en su ánimo infinito. Cura heridas y destruye egos. Enriquece y empobrece espíritus, cumple y rompe promesas. Salda deudas y cobra favores. Y cobra a cuotas, con intereses de porcentaje escandaloso, porque es así como más duele el pellejo.

TIC-TAC, TIC-TAC. El tiempo sabe de premios y castigos. El tiempo fulmina mentes y cuerpos. Inocula cansancio y estrías. Pensamientos insulsos, vigilia crepuscular y en el mejor de los casos nos da una bofetada, nos saca sangre. Rompe el sistema: mí sistema. Creí que me querrías para siempre nena, para siempre. Pero el tiempo es sabio y sabe de comedia, y con él, nada es para siempre. Debí entenderlo a la primera, antes de darle tiempo al tiempo. Hasta el culo tiene fecha de vencimiento y nuestro amor nena, por triste que parezca, tiene fecha de hoy día. De hoy día. Perdón señora ¿me presta su calendario?


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